En Ecuador, como ya se señaló anteriormente, la Constitución marca un hito dentro de la protección a los grupos de atención prioritaria, pues convierte las políticas de inclusión en un eje transversal de la actuación de todas las funciones del Estado. En mi caso, y como Consejera Nacional Electoral, he contribuido en la concreción de acciones afirmativas en la arena electoral. El Consejo Nacional Electoral creó la Comisión de Inclusión el 1 de noviembre de 2012, con el objetivo de generar insumos que permitan al Consejo adoptar las medidas necesarias en aras a garantizar la incorporación en igualdad de derechos a sectores tradicionalmente discriminados, y también con enfoque de género. Sin embargo a pesar de la normativa vigente en el país que obliga listas paritarias y alternadas, así como diversas iniciativas que impulsan la participación política de la mujer; dicha participación efectiva todavía deja mucho que desear, especialmente a nivel local, donde está bastante minimizada. Esta participación se ve tanto desde el lado de las electoras, como de aquellas mujeres que participan en la competencia política y resultan elegidas.
El sufragio en Ecuador, es un acto considerado como obligatorio; pues las personas reciben un certificado que valida todo trámite público o privado; por lo que esto dificulta medir con mayor veracidad la participación democrática tomando únicamente a la asistencia a las urnas el día de las elecciones como indicador. Con esto en mente, asevero que la votación de las ecuatorianas en los últimos 7 años no ha presentado mayor variación, mostrando un número superior de mujeres que acuden a votar en relación con los hombres. Sin embargo, esto está directamente relacionado con la cantidad de mujeres, que a su vez, también es superior a la de los hombres en el país. Pero una cifra importante e interesante, es que el número de mujeres que no acuden a votar ha ido disminuyendo conforme avanzan los procesos electorales; lo que sugiere un aumento de participación activa de las ecuatorianas como electoras. A pesar de que en el 2013 parecería haber un incremento, hay que tomar en cuenta que en ese año se incluyeron a los sectores con voto facultativo, como son las y los adolescentes, las personas con discapacidad y las y los adultos mayores, lo que incrementó el padrón y refleja un mayor ausentismo. Por el contrario, los hombres que no acuden a votar se mantienen en una cifra relativamente estable, y en el 2013 sucede lo mismo que en el caso de las mujeres.
Tabla I
Evolución de la votación de las mujeres en el Ecuador: 2006 – 2013
2006 |
2009 |
2011 |
2013 |
TOTAL DE ELECTORES |
|||
9,165,125 |
10,532,234 |
11,158,419 |
11,675,441 |
ELECTORAS |
|||
4,623,363 |
5,275,287 |
5,588,507 |
5,848,128 |
TOTAL DE SUFRAGANTES |
|||
6,617,242 |
7,928,748 |
8,634,376 |
8,602,603 |
SUFRAGANTES |
|||
3,399,417 |
4,052,845 |
4,400,902 |
4,373,871 |
NO SUFRAGAN |
|||
1,223,946 |
1,222,442 |
1,187,605 |
1,474,257 |
Fuente: Consejo Nacional Electoral, 2013
Tabla II
Evolución de la votación de los hombres en el Ecuador: 2006 – 2013
2006 |
2009 |
2011 |
2013 |
TOTAL DE ELECTORES |
|||
9,165,125 |
10,532,234 |
11,158,419 |
11,675,441 |
ELECTORES |
|||
4,541,762 |
5,256,947 |
5,569,912 |
5,827,313 |
TOTAL DE SUFRAGANTES |
|||
6,617,242 |
7,928,748 |
8,634,376 |
8,602,603 |
SUFRAGANTES |
|||
3,217,825 |
3,875,903 |
4,233,474 |
4,228,732 |
NO SUFRAGAN |
|||
1,323,937 |
1,381,044 |
1,336,438 |
1,598,581 |
Fuente: Consejo Nacional Electoral, 2013
Mientras que analizando la participación política de las mujeres como autoridades electas, provenientes de un proceso de sufragio popular; en Ecuador existen dos escenarios totalmente diferentes: la Asamblea Nacional y los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD). La participación política de la mujer en el espectro legislativo ha tenido una tendencia creciente en los últimos 15 años; sin embargo aún queda camino por recorrer para alcanzar la paridad real en la representación.
Es importante traer a la memoria, que desde inicios del siglo XXI, se da un salto cuantitativo de más de 10 puntos porcentuales en la representación de las mujeres ecuatorianas en el Congreso o la actual Asamblea, lo que representa un gran avance para la representación política de la mujer. No obstante, esto está directamente relacionado con la aprobación de la Ley de Cuotas aprobada en el año 2000. Esta ley establecía un cupo mínimo de mujeres en las listas de candidaturas presentadas por las organizaciones políticas, así como exigía la ubicación alternada y secuencial de las y los candidatos en esta lista. Con la aprobación de esta Ley, se partió en el 2000 con una cuota del 30% de mujeres que deben conformar una lista, valor que incrementaría el 5% en cada proceso electoral. En el año 2008, con la aprobación del nuevo cuerpo constitucional, se estableció la paridad como norma en la presentación de candidaturas, llegando a una cuota del 50% para las mujeres y 50% para los hombres. Entonces, a partir del 2008, las listas han sido conformadas paritaria y alternadamente; sin embargo no se puede asegurar una representación paritaria efectiva, pues esto depende del voto de los electores.
Tabla III
Representación de hombres y mujeres en el Legislativo: 1998 – 2017
PERÍODO LEGISLATIVO |
TOTAL DE LEGISLADORES |
MUJERES |
% |
HOMBRES |
% |
1998 – 2003 |
130 |
16 |
12,30% |
114 |
87,70% |
2003 – 2007 |
180 |
39 |
21,66% |
141 |
78,34% |
2007 – 2011 |
99 |
27 |
27,27% |
72 |
72.73% |
Asamblea Constituyente 2007 |
130 |
45 |
34,62% |
85 |
65,38% |
2009 – 2013 |
124 |
40 |
32,25% |
84 |
67,75% |
2013 – 2017 |
144 |
56 |
38,20% |
89 |
61,80% |
Fuente: Consejo Nacional Electoral, 2013
Gráfico I
Porcentaje de mujeres y hombres en el Poder Legislativo: 1996 – 2009
Fuente: Legislatina, Observatorio del Poder Legislativo en América Latina de la Universidad de Salamanca
En los Gobiernos Autónomos Descentralizados sin embargo, la realidad es diferente a aquella reflejada a nivel nacional en la Asamblea; lamentablemente la participación de las mujeres en los gobiernos locales en todo el país aún está muy minimizada. Las cifras hablan por sí solas, la participación local de las mujeres ecuatorianas no supera el 15%; por lo que se puede aducir que en la cotidianidad de lo local, las mujeres siguen relegadas a roles propios de la esfera privada, con poca participación en la esfera pública o peor aún en la vida política de sus comunidades o localidades. En el terreno local, la cultura patriarcal se ve reforzada, con una mermada participación y exposición pública de las mujeres.
Tabla IV
Representación de hombres y mujeres en los Gobiernos Autónomos Descentralizados: 2014 – 2019
MUJERES |
% MUJERES |
HOMBRES |
% HOMBRES |
TOTAL |
|
PREFECTURAS |
2 |
8.70% |
21 |
91.30% |
23 |
ALCALDÍAS |
16 |
7.84% |
188 |
92.16% |
204* |
JUNTAS PARROQUIALES |
948 |
25.46% |
2.776 |
74.54% |
3.724 |
*Faltan los datos de Santo Domingo y Azuay, aún no están computados.
Fuente: Consejo Nacional Electoral, 2013
La realidad política en el Ecuador, para que las mujeres logren alcanzar cargos de elección popular correspondientes a Prefecturas, Alcaldías y Presidencias de Juntas Parroquiales se vislumbra sumamente complejo. Es alarmante ver que de 23 prefecturas, apenas 2 tengan a mujeres como sus titulares; o peor aún que de las 204* alcaldías del país, tan sólo 16 sean ocupadas por mujeres. Entonces, como podemos ver mediante las cifras, la representación política de las mujeres difiere abismalmente a nivel nacional y a nivel local. A pesar de que las organizaciones políticas han hecho un esfuerzo para que las listas pluripersonales cumplan con la Ley y puedan inscribir sus candidaturas, e incluso algunos partidos han tomado la decisión política de que algunas mujeres presidan las listas lo que aumenta las posibilidades de ganar; en los resultados no se refleja esta paridad, lo que está directamente vinculado con la forma de votación de las y los ciudadanos. Esto podría explicarse mediante la predominancia de una cultura política machista que se evidencia más al momento de elegir a autoridades locales. Así mismo, al ser la esfera local mucho más cercana, las y los votantes podrían preferir elegir a hombres que a mujeres de su entorno; proyectando la idea de que las mujeres debieran mantenerse en el espacio privado, mientras que los hombres están preparados para ejercer cargos públicos. En todas las sociedades se clasifica qué es ‘lo propio’ de las mujeres y ‘lo propio’ de los hombres, y desde esas ideas culturales se establecen las obligaciones sociales de cada sexo, con una serie de prohibiciones simbólicas (Lamas, 2007); quizás en las localidades ecuatorianas todavía ‘lo propio’ de las mujeres, no sea la política.
Sin duda alguna, la participación política de las mujeres en el Ecuador ha avanzado significativamente, pero es importante reconocer que aún queda un largo camino por recorrer. A pesar de la normativa vigente en el país obliga que se presenten listas paritarias y alternadas, así como diversas iniciativas que impulsan la participación política de la mujer; en efecto, dicha participación, especialmente en los gobiernos locales en todo el país aún se ve sumamente menguada. De igual manera, es innegable que las mujeres en los últimos años hemos asumido diversas posiciones de poder que eran tradicionalmente masculinas; sin embargo la inequidad persiste en diversos campos, como el laboral, en los espacios de toma de decisión e incluso en la incursión en la política. Por lo que tengo varias interrogantes: ¿son suficientes las acciones afirmativas o las leyes de cuotas? ¿O también es necesario pensar en acciones afirmativas de llegada, como cuotas o escaños obligatorios para mujeres, para asegurar la representación política de las mujeres tanto a nivel nacional como local? La participación política de las mujeres es un gran reto para la sociedad ecuatoriana, ahora somos actoras visibles, pero para permitir que estos cambios avancen, debemos continuar actuando con transparencia, justicia, equidad e inclusión de todos y todas.